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Inventado en el siglo XIX, el metrónomo mecánico permite medir con precisión intervalos cortos de tiempo. El dispositivo tiene forma piramidal con una cara inclinada, donde se encuentra un péndulo móvil.
Al oscilar de un lado a otro con intervalos regulares, ayuda a controlar y sincronizar la frecuencia de las acciones sin perder el ritmo. Este aparato se utiliza principalmente en el ámbito musical — en ensayos y actuaciones en directo.
La estructura del metrónomo también incluye una escala que permite ajustar la frecuencia deseada del movimiento. Cuanto más alto esté el contrapeso en el péndulo, más baja será la frecuencia, y viceversa. Hoy en día, los modelos mecánicos han sido sustituidos por versiones electrónicas, que suelen incluir un afinador integrado para la sincronización de instrumentos musicales.
Historia del metrónomo
El metrónomo fue inventado a principios del siglo XIX. Su autor fue el científico Dietrich Nikolaus Winkel, de Ámsterdam, pero fue el mecánico y pianista Johann Nepomuk Mälzel quien le dio una aplicación práctica.
Tras perfeccionar el metrónomo de Winkel, Mälzel organizó su producción en los Países Bajos. En esa época, su función principal era marcar el compás en las composiciones musicales. El célebre compositor Ludwig van Beethoven lo popularizó en toda Europa. Fue el primero en indicar el tempo en las partituras con las siglas MM (Metrónomo de Mälzel), seguido de un número, como por ejemplo MM30, que indicaba 30 pulsaciones por minuto.
En 1895, el empresario alemán Gustav Wittner inició la producción en serie del metrónomo. Tras patentar el invento, comenzó fabricando el modelo clásico de Mälzel y más tarde desarrolló versiones mejoradas. La empresa Wittner, que lleva su nombre, se hizo famosa en todo el mundo y sigue destacando hoy en día por fabricar metrónomos mecánicos y electrónicos de máxima precisión.
En sus inicios, el metrónomo era utilizado solo por músicos y compositores profesionales. Sin embargo, su popularidad se extendió más allá del ámbito musical. En 1923, el artista estadounidense Man Ray empleó un metrónomo en su obra escultórica «Objeto para destruir» — un metrónomo con la fotografía de un ojo femenino adherida al péndulo.
En 1957, la obra de Man Ray fue robada durante una exposición y destruida de un disparo por estudiantes parisinos, frente a numerosos testigos. Este suceso no solo no perjudicó al autor, sino que aumentó su fama. Man Ray recibió una compensación del seguro y produjo 100 réplicas más, a las que llamó «Objeto indestructible».
En cuanto a su importancia histórica, cabe destacar su uso durante el asedio de Leningrado (1942–1944), cuando el metrónomo sustituyó a la radio para alertar a la población de bombardeos y ataques de artillería.
50 pulsaciones por minuto indicaban una situación segura, mientras que 150 pulsaciones por minuto señalaban peligro extremo. Esta función histórica fue inmortalizada en la obra musical «El metrónomo de Leningrado», con letra de Matusovski y música de Basner.
Tipos de metrónomos
Los metrónomos mecánicos se utilizaron ampliamente hasta finales del siglo XX. No obstante, en la actualidad han sido casi totalmente reemplazados por modelos electrónicos, más precisos y funcionales. A pesar de ello, Wittner, la empresa que lleva fabricándolos desde el siglo XIX, sigue siendo líder en el sector.
Los metrónomos electrónicos presentan un diseño diferente y ofrecen más funcionalidades. Ya no son pirámides con péndulos, sino dispositivos compactos de plástico con botones y pantallas digitales. Entre sus principales características se encuentran:
- Compacidad. Un metrónomo electrónico es ligero, plano y fácil de transportar en un bolsillo, carpeta o mochila.
- Amplio rango de tempo. Los modelos modernos abarcan desde 30 hasta 280 pulsaciones por minuto.
- Multifuncionalidad. Se pueden sustituir los clics estándar por pitidos u otros sonidos.
- Memoria para guardar patrones rítmicos y reproducirlos posteriormente.
- Funciones adicionales: afinador, diapasón, grabadora y temporizador.
- Uso en la oscuridad. Las pantallas retroiluminadas facilitan el ajuste del tempo en condiciones de poca luz.
Si Mälzel y Wittner vieran estas funciones modernas, seguramente se sorprenderían. Los modelos electrónicos actuales superan a los mecánicos en casi todos los aspectos, excepto en uno: dependen de la electricidad. Por el contrario, los modelos mecánicos funcionan mediante un mecanismo de resorte y no necesitan recargarse.
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